Como suele ocurrir con los sistemas de gestión, las memorias de sostenibilidad que las empresas han tenido que entregar hace unas semanas suponen un esfuerzo enorme de recopilación de datos, buenas prácticas, objetivos y resultados una vez al año. Lo tenemos muy internalizado e incluso normalizado, pero lo cierto es que, si ponemos por ejemplo las memorias que siguen Global Reporting Initiative (GRI), lo que asumimos que es una foto finish debería ser una imagen más dinámica de las organizaciones.

Los indicadores GRI, y los que pueda definir propios la organización, deberían formar parte del (o de un) cuadro de mando integral (CMI), de modo que en cualquier momento la persona responsable de la excelencia pueda tener una visión en tiempo real de cómo evoluciona como si de un audiovisual se tratara, y no tenga que esperar a la sorpresa de una extensa y profunda investigación anual.

A la habitual dificultad de encontrar la información, se añade la poca voluntad o poco interés de las personas de las diferentes áreas en preparar la información y entregarla a quien coordine la realización de la memoria anual (ya sea un/a CSO, un departamento o personal técnico transversal).

Esto no debería ser así. La primera memoria de sostenibilidad debería incluir la implementación de un sistema de indicadores en tiempo real, más fácil aún cuando en muchas organizaciones ya hace tiempo que se implantaron sistemas informáticos de gestión (ERP o similares). La información de muchos indicadores (en especial los cuantitativos, eso sí) se convierte no en una cuestión de pedir sino de sistematizar, ya sea a través de minería de datos (datamining) o incluir en los procesos de gestión y trabajo la introducción de la información necesaria cuando se produce, no cuando se recopila.

La elaboración pues de la memoria de sostenibilidad no puede ser un trabajo artesanal, sino uno semiautomatizado que después interpretamos, explicamos y redactamos de forma clara para todos los grupos de interés, es decir, convertimos datos e información en inteligencia. Pero en cualquier momento del año deberíamos tener la capacidad de obtener su evolución.

En resumen pues, hemos sugerido que:

  1. La elaboración de la memoria de sostenibilidad no puede ser un trabajo artesanal ni manual.
  2. Los indicadores, como mínimo los cuantitativos, deben estar disponibles en tiempo real a través del sistema de gestión de la organización (inteligencia empresarial o business intelligence).
  3. El sistema de gestión hacia la excelencia, antes que nada, debe existir, y en segundo lugar de tener la capacidad de proporcionar inteligencia y facilitar los procesos y la toma de decisiones, con las herramientas tecnológicas de hoy en día esto es o debería ser un trabajo casi pueril: depende más de voluntad de la alta dirección y del empoderamiento de las personas responsables (gestión de permisos, herramientas de gestión documental en red, etc.) más que de capacidades, ni siquiera económicas.

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